Servicio del Día del Señor del 18 de mayo del 2025
Cristianos sinceros y la sociedad
(Efesios 6:5-9)
Pastor Sung Hyun Kim
Muchos cristianos separan su vida dentro de la iglesia de su vida fuera de ella. En el Día del Señor muestran una apariencia reverente, pero durante la semana se entregan a los valores del mundo, confían plenamente en las voces del mundo y consideran sus métodos como la máxima sabiduría. Sin embargo, Dios no desea que llevemos una vida dual. No solo somos miembros de la iglesia, sino personas llamadas a vivir en el mundo conforme a la voluntad de Dios. La fe dentro de la iglesia y la vida fuera de ella no pueden estar separadas. El cristiano no es alguien que huye del mundo, sino alguien que debe cumplir su llamado de ser luz y sal en medio del mundo.
La frase ‘los asuntos del mundo son un problema fuera de la fe’ puede parecer razonable, pero no es más que una forma de justificar un estilo de vida contaminado por el pecado. Dios no está con nosotros solo dentro de la iglesia. Él nos observa en nuestro lugar de trabajo, en el hogar y en todos los ámbitos de la sociedad, y desea que Su justifica se manifieste a través de toda nuestra vida. Si hablamos de honestidad en la iglesia, pero seguimos la injusticia en el mundo, estamos actuando en contra de la salvación de Dios. La confesión que hacemos en la iglesia no lo es todo. Es, más bien, nuestra actitud después de salir de ella la que muestra la realidad de nuestra fe.
La persona que se ha acostumbrado a vivir según las formas del mundo fuera de la iglesia inevitablemente terminará trayendo esas mismas formas dentro de ella. De este modo, el egoísmo, el oportunismo y la lógica de la codicia buscan tomar lugar, no solo en el mundo, sino también dentro de la iglesia. ¡Personas que utilizan la iglesia como un medio para satisfacer sus propios deseos! ¡Que dicen amar al Señor, pero en realidad hieren a la iglesia, que es Su cuerpo! Sus acciones se oponen a la gracia de la salvación y niegan la esencia del Evangelio. Quienes verdaderamente comprenden el tipo de amor han recibido de Dios, actuarán con integridad incluso cuando nadie los vea, y servirán a la iglesia con un corazón agradecido al Señor.
Cuando las personas sienten que la vida es difícil, suelen atribuir la causa a la estructura o al sistema de la sociedad, pensando que todo mejoraría con solo cambiarlos. Pero Dios ha diagnosticado que el verdadero problema no está en el sistema social, sino en el corazón del ser humano. No importa cuán bien esté diseñado un sistema; si las personas ignoran su conciencia y actúan con egoísmo, ese sistema no podrá cumplir plenamente su función. Dios no nos ha dado el Evangelio para transformar el sistema social. Por encima de todo, Él desea que despertemos ante el pecado y nos arrepintamos. Desea que vivamos sin ser contaminados por las maneras del mundo, sino obedeciendo Su justicia.
Esto no puede lograrse solo con la fuerza de voluntad humana. Vivir con veracidad en el mundo, mantener la pureza dentro de la iglesia, y andar con integridad, sin importar si alguien no observa o no, es algo imposible sin la ayuda del Espíritu Santo. Si renunciar a nuestros deseos por la justicia de Dios fuera algo que pudiéramos lograr únicamente con determinación, el Señor no nos habría mandado a orar por ello. Aun hoy, el Señor ilumina Su luz al mundo a través de la vida pura de alguien. “¿Refleja mi vida la justicia de Dios?” “¿Están descubriendo las personas la bondad de Dios a través de mí?” Seamos honestos ante estas preguntas, y hoy también, pidamos la ayuda del Espíritu Santo.

