Servicio del Día del Señor del 20 de abril del 2025

Pastor Sung Hyun Kim

La iglesia de Cristo se mantiene firme en la esperanza de la resurrección. Sin la resurrección, toda nuestra adoración, servicio y sacrificios no serían más que simples obras que consuelan nuestro corazón. Sin embargo, la esperanza de la resurrección no se limita a ser solo una esperanza. Así como Cristo fue resucitado de entre los muertos, nosotros también ciertamente resucitaremos, seremos revestidos de un cuerpo eterno y viviremos eternamente en el reino eterno de Cristo. Por lo tanto, mientras estemos en esta tierra, debemos vivir de tal manera para que no avergoncemos la esperanza de la resurrección. Debemos caminar por el camino que Él nos ha abierto, según la santidad que Cristo espera de nosotros.

Podemos participar en la resurrección no porque seamos santos ni porque estemos sin pecado. El único fundamento de nuestra participación en la resurrección es que pertenecemos a Cristo. Somos seguidores de Cristo. Mientras no dejemos de caminar y continuemos siguiéndolo mientras estemos en esta tierra, eventualmente llegaremos a la resurrección. El fundamento de la resurrección no reside en ninguna ley ni en algún principio. Algunos dicen que la resurrección de Jesús fue natural porque no tenía pecado. Sin embargo, no existe ninguna ley ni ninguna inevitabilidad en este mundo que afirme que los muertos resucitarán por ser sin pecado.

Fue el Padre Dios quien resucitó a Jesús de entre los muertos. Lo hizo porque así lo quiso. ¿Por qué lo quiso? Porque Dios se complació en el sacrificio que Jesús ofreció al entregar Su propio cuerpo como ofrenda sacrificial. La resurrección de Jesús testifica la verdad de que Dios lo ha aceptado, y al mismo tiempo muestra que el poder de la muerte fue destruido mediante esa aceptación. Ahora, quienes pertenecen a Jesús no experimentarán la muerte que Él experimentó. Ciertamente, quienes pertenecen a Jesús enfrentarán el día en que las funciones de su cuerpo se detengan. Sin embargo, esto no significa caer bajo el poder de la muerte, sino quedarse dormidos por un tiempo.

Si están dormidos, significa que ciertamente llegará el momento en que despertarán. ¿Cuándo será esto? Será cuando Cristo vuelva. Cuando el Señor descienda del cielo, los creyentes que aún vivan en esta tierra serán levantados; este momento se conoce como el arrebatamiento. En ese momento, sus cuerpos ya no serán cuerpos hechos del polvo, sino que serán transformados en cuerpos glorificados, como el de Cristo. Entonces, ¿qué pasará con los que están dormidos, es decir, los que murieron en Cristo? ¿No podrán ver esa gloria? Por supuesto que sí. De hecho, ellos serán levantados primero y se encontrarán con al Señor, siendo revestidos con un cuerpo santo.

Antes de que el Señor regrese, podríamos enfrentar el día en que las funciones de nuestro cuerpo se detengan, o podríamos vivir en esta tierra el día en el que Señor vuelva. En cualquiera de los casos, para aquellos que no tienen la esperanza de la resurrección, ese día será un día de desesperanza. Pero para nosotros, no será así. Tal vez lloremos por estar separados de nuestros seres amados, pero nuestras lágrimas no serán de desesperanza. Cuando el Señor regrese, todos los que le pertenecen se reencontrarán. Por lo tanto, caminemos en el camino de vida que el Señor desea, con nuestra esperanza puesta en ese día. Y para no ser avergonzados en ese día, vivamos desde ahora en esa esperanza.