Servicio del Día del Señor del 23 de marzo del 2025
Amen a sus esposas como a sus mismos cuerpos
(Efesios 5:28-30)
Pastor Sung Hyun Kim
Cualquier persona sustenta y cuida cálidamente su propio cuerpo, sin necesidad de que alguien se lo ordene. El cuerpo constantemente se pregunta: “¿Cómo puedo mantener mi cuerpo sano? ¿Cómo puedo hacerlo más hermoso, más seguro, más cómodo y conservarlo por más tiempo?” Cuando el cuerpo está saludable, la sensación de felicidad aumenta; cuando está en paz, todo parece más hermoso. Para las personas, su cuerpo es prácticamente su propia existencia. De la misma manera, Cristo cuida de la iglesia. Él provee todo lo necesario y ayuda a la iglesia ser mejor.
Los miembros que forman la iglesia, por naturaleza, son pecadores. No solo incapaces de asegurar su bienestar y supervivencia, sino que incluso tienen una naturaleza autodestructiva. No poseen la capacidad para preparar un futuro feliz. Sin embargo, Cristo los despierta para que puedan participar en la gloria del cielo y les otorga el poder para seguir el camino correcto. Así como una persona protege su cuerpo de ataques externos, Cristo guarda a la iglesia de toda clase de ataques espirituales. Esto no significa simplemente que elimina los peligros de manera unilateral, sino que nos despierta a través de Su Palabra y nos guía por el camino de la justicia.
Esta misma responsabilidad y actitud de Cristo hacia la iglesia deben reflejarse en el amor de los esposos por sus esposas. El esposo debe suplir las necesidades de su esposa y ayudarla a creer y desarrollarse. En el sustento y cuidado de su esposo, la esposa encuentra paz y consuelo. Un esposo que controla a su esposa, la trata como una propiedad, la reduce a la labor doméstica o la considera solo como alguien que debe reconfortarlo, es como una persona que se hace daño a él mismo. Un esposo que conoce el sustento y cuidado de Cristo debe adoptar la misma responsabilidad y actitud hacia su esposa.
Esto no significa considerar a la esposa como una posesión y exaltarla. Para un esposo, su esposa es como su propio ser. Cristo no simplemente elevó el estatus de la iglesia. La iglesia no es simplemente posesión de Cristo, sino que la hizo Su propio cuerpo y nosotros somos miembros de Su cuerpo. Antes estábamos destinados a la maldición eterna, pero ahora estamos unidos a Cristo y formamos parte de Él. Nada ni nadie puede separarnos de esta relación con Cristo. Cuando Cristo nos sostenga y nos cuida, en realidad se está cuidando a Sí mismo. Este es el amor que hemos recibido. Manifestemos este amor en nuestras vidas.

