Servicio del Día del Señor del 9 de noviembre del 2025

Pastor Sung Hyun Kim

He asistido a varias iglesias, pero ¿por qué el pastor de aquí hace que uno se sienta tan incómodo? No solo habla constantemente acerca del pecado, sino que hoy incluso dijo que Dios se enoja, y de verdad no puedo entenderlo. ¿No nos enseñó que Dios es quien concede gracia y amor? Incluso el versículo de Juan 3:16, que nos pidió memorizar la vez pasada, lo dice claramente: ‘Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.’ Después de enfatizar tanto el amor, ¿cómo puede decir ahora que Dios se enoja? Si es Dios, ¿no debería ser generoso y acogerlo todo?”

Así es. Tal como dice Juan 3:16, Dios es un Dios de amor. Pero el versículo 36 dice así: “El que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Dios concede amor, pero también manifiesta Su ira. Hablar acerca de la ira de Dios se ha convertido hoy en algo muy incómodo. Por eso, las iglesias modernas rara vez mencionan la ira de Dios. Y mucho menos enseñan que incluso los cristianos pueden enfrentarla. El evangelio se ha convertido en un evangelio sentimental que busca principalmente agradar el corazón de las personas.

El evangelio que la Biblia presenta presupone la ira de Dios. Para descubrir el valor del evangelio, primero debemos reconocer que Dios es quien se enoja y comprender cuán temible es Su ira. El gran diluvio que consumió a la humanidad, la destrucción de Sodoma y Gomorra, el aniquilamiento del ejército de Egipto, el final de aquellos que se opusieron a Moisés—por medio de estos acontecimientos podemos confirmar claramente que Dios se airó. Lo mismo ocurre en el Nuevo Testamento. Efesios 5:6 dice: “Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.”

No debemos considerar la ira de Dios como algo imperfecto, semejante a la ira humana. En la ira del ser humano siempre interviene el pecado. La ira humana surge cuando uno no puede controlar su agitación y estalla sus emociones sin pensar; pero la ira de Dios es completamente justa y siempre es una ira justa. La ira del ser humano nace de la codicia, del egoísmo y de los celos, mientras que la ira de Dios proviene de la santidad. Dios es santo, por lo tanto puede airarse contra el pecado, y porque se airra contra el pecado, Él es santo. El hecho de que Dios, quien es tan justo y santo, aborrezca algo no es, de ninguna manera, algo extraño.

La ira de Dios no se manifiesta únicamente en el último día. La ira de Dios continúa manifestándose incluso ahora y puede revelarse en cualquier momento. Es cierto que, a veces, parece que innumerables malvados no reciben la ira de Dios. Sin embargo, Dios no está dejando sus pecados sin atender. La ira de Dios se está acumulando. Cuando la copa de la ira se haya llenado por completo, Dios intervendrá. Dios es perfecto. La ira de Dios es justa. Por causa de esa ira, el Hijo de Dios murió en la cruz, y por ello nosotros recibimos la oportunidad de arrepentirnos. Reconozcamos la ira de Dios y sigamos el plan de Dios.