Servicio del Día del Señor del 7 de septiembre del 2025

Pastor Sung Hyun Kim

“Yo sé que el evangelio es importante. Yo también soy creyente. Pero, para ser honesto, creo que me he acostumbrado a escucharlo demasiado. Las prédicas de los pastores me suenan muy parecidas, y palabras como evangelio o salvación, a veces, me parecen simplemente términos religiosos. Yo procuro vivir mi vida de fe con diligencia, así que pienso: ‘¿No es suficiente con esto?’. La fe es importante, pero también existen problemas en la realidad. Como la educación de los hijos, la salud de los padres, el trabajo… ¿Acaso estos no son también responsabilidades que Dios nos ha dado? No podemos vivir únicamente aferrados al evangelio. Creo que se trata de vivir con un equilibrio razonable.” Muchos creyentes parecen pensar así respecto al evangelio.

Sin embargo, quizá hemos escuchado tanto acerca del evangelio que, en realidad, no comprendemos bien su verdadero valor. El evangelio no es una simple teoría religiosa. Sino una realidad que está relacionada con nuestro destino eterno. Dios ha dado a la humanidad, que cayó en la desesperación a causa del pecado, la única noticia de salvación. Este es el evangelio. El evangelio no es algo creado por los hombres, sino el mensaje de gracia más grande que Dios mismo nos ha concedido. Es el ‘evangelio de Dios’, de una dimensión tan distinta y superior que hace que las noticias de un emperador parezcan insignificantes. Es la única buena noticia dada a quienes vagan en medio del pecado y la falta de esperanza, y es el mensaje más gozoso que un ser humano puede recibir de parte de Dios.

El ser humano está atrapado por una fuerza terrible e irresistible llamada pecado. Por naturaleza, es egocéntrico, juzgando todo y actuando movido por el egoísmo. Debería amar a las personas y usar las cosas que no son personas para su beneficio, pero, en lugar de eso, ama esas cosas y termina utilizando a las personas para obtenerlas. Miente y engaña sin escrúpulos para lograr su propio beneficio y, si es necesario, no duda en llevar a personas inocentes a la ruina. Tampoco vacila en vengarse de aquellos que no satisfacen su egoísmo. Trata de tranquilizar su conciencia, que se ha unido a este mundo falso, diciéndose a sí mismo: “No existe una vida después de esta”. Sin embargo, el temor a la muerte y al castigo eterno que vendrá después difícilmente desaparece.

El evangelio es la buena noticia de que Dios nos salva de esta realidad tan desesperante. Para dar a conocer este mensaje a toda la humanidad, Dios llamó y apartó personalmente a Pablo. El hecho de que Pablo fuera enviado para anunciar el evangelio no fue por decisión de los hombres, ni porque él se hubiera ofrecido. Al contrario, él intentaba destruir la iglesia, y en el camino a Damasco se encontró con el Señor, quien le dijo: “¿Por qué me persigues?”. En medio de aquel impacto, comprendió que Dios lo había escogido para el evangelio. Desde entonces, soportó todo dolor y prueba, dedicándose a la expansión del evangelio, y como resultado, hoy nosotros también hemos podido escuchar esta noticia de salvación.

El legado del evangelio, que nuestros antecesores en la fe protegieron incluso a costa de sus vidas, ahora está en nuestras manos. El evangelio es el fruto del continuo esfuerzo de Dios y la única noticia de salvación que Él ha dado a la humanidad que cayó en la desesperación a causa del pecado. Que este mensaje siga transmitiéndose o que se detenga aquí depende de nosotros. El Señor que usó a Pablo sigue obrando incluso ahora. Sin embargo, el tiempo que se nos ha dado se acorta, mientras las personas corren con empeño hacia la destrucción. Este es el momento de valorar el evangelio, es el momento de sacrificarnos a su causa, es el momento de participar en el gozo de Dios. Abramos los ojos al valor absoluto del evangelio y entreguemos nuestra vida a la tarea de pasar este legado de amor eterno al siguiente corredor.