Servicio del Día del Señor del 3 de agosto del 2025
La espada del Espíritu
(Efesios 6:17)
Pastor Sung Hyun Kim
“La vida hoy en día es difícil. La palabra que escuchamos en la iglesia debería ser reconfortante y llenarnos de paz. No es necesario prestar demasiada atención a las palabras sobre pecado o arrepentimiento. Dios te ama tal como eres. La vida de fe no consiste en rechazarte a ti mismo, sino en ayudarte a vivir siendo quien eres. Por eso, no tienes que cargar con el peso de cambiar.” ¿Cómo reaccionaría usted si alguien se acercara y le dijera estas palabras? ¿Consideraría a esa persona un buen amigo que realmente desea lo mejor para usted? Aquellos que suelen negar la palabra de Dios, seleccionar y escoger lo que quieren creer, o interpretarla basándose en sus propias deducciones, son quienes se ven fácilmente heridos por el enemigo en momentos como estos.
Para resistir las artimañas del diablo, debemos tener la espada del Espíritu. Pensemos en cómo la serpiente se acercó a Eva y la hizo caer con solo unas pocas palabras que parecían dichas por su bien. El diablo conoce con precisión cuáles son nuestras debilidades y se provecha de ellas. Para derribar tales ataques, debemos conocer bien la palabra de Dios. Esto no significa simplemente tener amplio conocimiento general acerca de la Biblia. Debemos recibir en nuestro corazón la palabra que se dirige a nosotros para salvarnos y guiarnos, y estar firmemente equipados con ella. En otras palabras, no debemos recibirla únicamente como logos, una declaración general, sino como rhema, que es la Palabra que se aplica específicamente en nuestra situación particular.
Si podemos usar con precisión la espada del Espíritu, cuando venga la afilada espada de la tentación que nos dice que el cambio no es necesario, podremos sacar la Palabra de Dios sin titubear y derribarla con exactitud. “Escrito está: ‘Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.’” “Escrito está: ‘No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.’” De esta manera, la espada del Espíritu es el arma defensiva con la que podemos resistir con destreza los ataques del diablo.
La espada del Espíritu también es un arma ofensiva. Este ataque no se dirige únicamente contra el diablo. Sino también contra nosotros, que tenemos responsabilidad por el pecado que ocurre bajo su influencia. Frente a ese ataque, nuestros corazones pueden sentir dolor al ser reprendidos, pero no debemos tratar de evitarlo. Si no dejamos pasar esta oportunidad y nos arrepentimos, la obra del diablo será cortada por la espada. Y, a través del poder de ese ataque, seremos trasladados: del ámbito de la mentira a la verdad, de la oscuridad a la luz, del pecado y la muerte a la justicia y la vida, de la tristeza al gozo, de la desesperanza a la esperanza, del estancamiento al crecimiento, de la inmadurez a la madurez, y del fracaso a la victoria.
Aunque siempre escuchan la palabra, hay muchos que fallan en usar el poder de la espada. Son aquellos que examinan, seleccionan y juzgan la Palabra según sus propios criterios, y terminan rechazándola; quienes la reciben con gozo, pero la abandonan cuando vienen las dificultades; y quienes se alejan de ella para proteger sus recursos financieros o su posición social. Sin embargo, los humildes abren su corazón a la Palabra, la reciben, la entienden y la obedecen. Para lograrlo, debemos adoptar una actitud que confié en el Señor más que simplemente tener el fervor de acumular conocimiento. Cuando hacemos esto, la Palabra de Dios se convierte en rhema, la Palabra viva que penetra nuestro corazón, haciéndonos santos y nos da el poder para enfrentar los ataques del diablo.


