Servicio del Día del Señor del 15 de junio del 2025

Pastor Sung Hyun Kim

 ¿Cree que su alma está segura solo porque ser creyente? ¿Dice que prefiere quedarse quieto porque no le gusta la lucha? Hay algo que está pasando por alto: la verdad de que el diablo no se queda quieto. El hecho de que no podamos ver a los seres espirituales no significa que podamos ignorar su actividad. Estamos en guerra espiritual contra el diablo. Él tienta a los creyentes, los aleja de Dios y los utiliza para obstaculizar la obra de Dios. El diablo es poderoso. Una de las razones de su poder es su astucia. Cuando ataca, no declara la guerra abiertamente ni se somete a ninguna regla. Ningún ser humano puede resistir por sí solo estos ataques del diablo.

Una persona que no está preparada será, sin duda, derrotada en la guerra contra el diablo. ¿Quién es alguien no preparado? Aquel que confía en su propia sabiduría y capacidad. Como no conoce en absoluto al enemigo que es el diablo, nunca podrá vencerlo. Quien es derrotado por el diablo sufrirá la tragedia de vivir el resto de su vida como instrumento al servicio del diablo. Cuando el diablo lanza su anzuelo y uno dice: “Voy a escucharlo y luego decidiré”, ya ha sido vencido. Aquellos que conversan, aunque sea brevemente, con un siervo del diablo, terminarán pensando: “No era tan mala persona como pensaba.” Debemos recordar que el diablo incluso intentó interponerse y causar división entre Dios y su Hijo.

Aunque el diablo sea tan poderoso, nosotros no somos derrotados. Nuestra lucha es una batalla cuya victoria ya ha sido asegurada. Con la resurrección del Señor, la victoria ya fue sellada, y nosotros participamos en su lucha estando en Él. La muerte del Señor en la cruz pudo parecer un fracaso, pero Él resucitó, y con ello fueron destruidos el poder del pecado y de la muerte. Podemos participar en esta lucha con la certeza de la victoria porque estamos en el Señor. Para quien huye de esta batalla, la victoria del Señor no tendrá sentido. Sin embargo, en aquellos que luchan junto a Él, obrará el poder de la fuerza del Señor.

Los ataques del diablo están enfocados en los santos de la iglesia. El objetivo del diablo es destruir la iglesia. Así como un león se acerca sigilosamente a su presa, el diablo usa artimañas tan sutiles que son difíciles de percibir para el ser humano, tanto que, en muchos de casos, los santos ni siquiera se dan cuenta de que están siendo atacados. Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto y, a pesar de haber experimentado los milagros de Dios, lo traicionó poco después, no fue porque fueran especialmente malvados, sino porque así de poderosos son los engaños del diablo. Aquellos que tienen un corazón orgulloso, que creen ser perfectos o que juzgan todo según su propio criterio, inevitablemente se convertirán con facilidad en instrumentos del diablo.

La actividad del diablo no se limita al ámbito de la religión. Cuando el mundo entero se mueve de manera interconectada en la política, la economía y la cultura, y surgen nuevos órdenes y estilos de vida, debemos discernir que se trata de un fenómeno espiritual. El mundo llamará blanco a lo negro y negro a lo blanco. Aun bajo el nombre del cristianismo, se distorsionará la Biblia y se difundirá una fe falsa, lo cual traerá una presión creciente sobre la iglesia. Para resistir y mantenerse firmes ante estos ataques del diablo, debemos vestirnos con toda la armadura de Dios. Esta no es una guerra fácil. Sin embargo, el Señor ya ha vencido. La lucha que se nos ha dado es una oportunidad para participar y disfrutar de esa victoria.