Servicio del Día del Señor del 1 de junio del 2025

Pastor Sung Hyun Kim

‘El siervo siempre es el que sufre y el amo el que abusa.’ En el mundo, este pensamiento ha llegado a formar una corriente de opinión fuerte. Sin embargo, Dios no lo ve de esa manera. Tanto el amo como el siervo llevan sobre sí una gran responsabilidad en el lugar que les corresponde. El amo no es una persona que domina arbitrariamente a otros, sino alguien que carga con un peso que necesariamente alguien debe soportar. Por su parte, el amo debe procurar la felicidad del siervo, y el siervo debe esforzarse por comprender el corazón del amo. El mundo nos incita constantemente a comparar, a quejarnos y a luchar entre nosotros, pero los cristianos debemos confiar en el Dios justo y prepararnos para el día del juicio que ha de venir.

Así como el siervo debe obedecer a su amo en Cristo, de igual manera, quien es amo debe tratar a sus siervos. Esto se debe a que tanto los amos como los siervos están bajo un mismo Señor. La actitud y el modo en que un amo trata a sus siervos están directamente relacionados con la manera en que él mismo se relaciona con su Señor que está en los cielos. Si el amo no controla su carácter y trata a los siervos con imprudencia, a estos le resultará difícil obedecer de corazón y perderán el deseo de trabajar con una pasión sincera. Quien ocupa el lugar de amo no debe olvidar que su autoridad no proviene de su posición social, sino de una función, y que no es algo permanente, sino temporal.

En el mundo, puede considerarse normal que quienes tienen un estatus social elevado desprecien a los demás y presuman de su autoridad delante de ellos. Sin embargo, Dios no hace acepción de personas. La posición que una persona haya tenido en esta tierra no tendrá una influencia directa en el juicio que enfrentará en el futuro. Más bien, podría tener un efecto desventajoso en el día del juicio. Independientemente de los factores externos que haya recibido cada persona, todos serán juzgados por las obras que hayan realizado durante su vida en la tierra. Habrá tribulación y angustia para toda persona que hace lo malo; y gloria, honra y paz a toda persona que hace lo bueno.

La vida del cristiano se origina en su corazón hacia Cristo. Quien desea ser fiel a Cristo de corazón debe ser consciente de la presencia del Señor y tratar a las personas conforme Su voluntad, ya sea en la vida matrimonial o en el ámbito laboral. Aquel que viva de esta manera se asemejará cada vez más al Señor y, por ello, manifestará en su vida las cualidades de Cristo. En Cristo, al igual que en la relación entre esposo y esposa, también se aplica el principio de sumisión mutua en la relación entre amo y siervo. Esto no puede lograrse por la fuerza. Aunque en el mundo esto parezca imposible, en Cristo es posible mediante el poder del Espíritu Santo.

El mundo es el campo de la obra de Dios. La iglesia tiene una responsabilidad ante el mundo. Dios aún no ha destruido el mundo porque todavía hay personas a quienes desea salvar y usar. El cristiano no vive de cualquier manera en este mundo. La vida espiritual no se limita únicamente en la iglesia. Todo lo que experimentamos en el mundo forma parte de nuestra vida espiritual. Debemos vivir con fidelidad, no solo como miembros de la comunidad de fe, sino también como parte de la comunidad humana. No llenemos nuestra breve estancia en esta vida con quejas y disputas, sino llenémosla con una vida hermosa que sirva al Señor de todo corazón.