Servicio del Día del Señor del 27 de abril del 2025

Pastor Sung Hyun Kim

Existe el punto de vista de que los Diez Mandamientos están compuestos por cuatro mandamientos que tratan sobre la relación con Dios, y seis sobre la relación con otras personas. Aquellos que sostienen esta perspectiva suponen que en las dos tablas de piedra que recibió Moisés, una contenía los cuatro mandamientos relacionados con Dios y la otra, los seis relacionados con el prójimo. Sin embargo, una opinión más respaldada sostiene que en cada tabla estaban grabados cinco mandamientos. Entonces, ¿será que uno de los mandamientos sobre las relaciones con las personas fue grabado junto con los referentes a Dios simplemente por falta de espacio? No es así. ¿Cuál sería, entonces, la razón?

El mandamiento “¡Honra a tu padre y a tu madre!”, no se considera solamente un mandamiento relacionado con las personas, sino uno que pertenece al de los mandamientos sobre la relación con Dios. Los padres son representantes enviados por Dios. Honrar a los padres, en realidad, es honrar a Dios, quien les ha delegado la autoridad. Esta actitud constituye el fundamento para avanzar hacia el camino de una fe plena. Tal como dice: “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre.” (Prov 1:8), los padres han recibido la autoridad de Dios para transmitir el pacto de Dios a sus hijos y enseñarles las palabras que deben guardar para que se cumpla tal pacto. Por lo tanto, la autoridad de los padres refleja la autoridad de Dios.

Entonces, ¿cómo se debe practicar la honra a los padres? Honrar no es exactamente lo mismo que obedecer. La obediencia se manifiesta en acciones, mientras que la honra tiene que ver con la actitud del corazón. “Honra a tu padre y a tu madre.” El término ‘honra’ utilizado en el mandamiento originalmente se usa para referirse a la majestad de Dios o la autoridad de Cristo. Así de profundo es el peso que debe tener la honra hacia los padres. Dios enseñó constantemente a Su pueblo que no honrar a los padres es una falta grave. Esto no se limita simplemente en mostrar respeto a los padres, sino que incluye la responsabilidad concreta de apoyar económicamente a los padres en su vejez.

Los mismos padres son los responsables de enseñar a sus hijos cómo deben honrar a sus padres. Cuando los padres enseñan adecuadamente a sus hijos en este aspecto, los beneficios no se limitan solo a ellos. Educar a los hijos para que honren a sus padres se convierte en un fundamento para el orden social. Aquellos que han aprendido a honrar a sus padres también sabrán respetar a sus superiores y valorar los derechos de sus compañeros al entrar en la sociedad. Además, la humildad y el sentido de responsabilidad que se aprenden en el hogar permiten establecer relaciones de respeto a la autoridad y de cooperación armoniosa con los demás, tanto en el ámbito laboral como en la comunidad de la fe. Por el contrario, quienes no reciben esta formación desde pequeños tienden a despreciar el orden y las normas sociales, generando confusión y desorden.

“Honra a tu padre y a tu madre; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” (Ef 6:2-3). A quienes obedecen a este mandamiento se les promete calidad de vida y longevidad en este mundo. La promesa dada en Éxodo — “para que tus días se alarguen en la tierra que te doy” — se ha transformado ahora en una bendición universal: ‘en la tierra’. Esta promesa nos da la certeza de que Dios nos protegerá incluso en medio de las tribulaciones, y nos permite experimentar Su mano fiel en cada etapa difícil de la vida. El resultado de honrar a los padres no es solamente una esperanza dada para luego de la muerte, sino también bendiciones concretas que se pueden experimentar en esta tierra. Hagamos que esta bendición se manifieste abundantemente en nuestra vida cumpliendo el primer mandamiento con promesa.