Servicio del Día del Señor del 17 de noviembre del 2024
La justicia como fruto de la luz
(Efesios 5:9)
Pastor Sung Hyun Kim
Esto demuestra que, a pesar del largo tiempo que estuvieron en la iglesia, tienen un entendimiento distorsionado sobre la justicia y la injusticia. ¿Qué es la justicia? Incluso en el mundo, la justicia se entiende como cumplir con los principios morales y actuar con rectitud. Sin embargo, extrañamente, ha habido personas dentro de la iglesia desde hace mucho tiempo que intentan excluir los elementos morales del concepto de la justicia. Estas personas suelen considerar la justicia como un conocimiento secreto oculto para el ser humano y afirman que “las acciones morales no tienen ningún valor para alcanzar la justicia.” Aquellos que han recibido este tipo de enseñanza no sienten ningún remordimiento al ver cómo la iglesia es destrozada por las leyes del mundo.
Obedecer es seguir la obra de salvación de Dios. La obra de la salvación de Dios no termina simplemente con recibir el perdón de pecados. Hasta que el Señor vuelva de nuevo, debemos vencer al maligno. “Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.” (1 Juan 3:7-8). Mientras que aquel que practica el pecado es del diablo, el que realiza la justicia por medio de la obediencia es justo como Dios, y participa en la obra de salvación del Señor, quien vino para deshacer las obras del diablo.
El hecho de que seamos usados por Dios confirma que, habiendo sido usados por el diablo, ahora hemos dejado atrás nuestra vida antigua de injusticia. “Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” (Rom 6:13). Cuando nacimos de nuevo, la naturaleza de Dios nos fue dada. Sin embargo, esta naturaleza está limitada por la carne. Ahora es momento de activarla mediante el entrenamiento. Ofrezcamos nuestro ser a Dios como instrumento de justicia. Asemejémonos al carácter de Dios y dediquémonos a la obra de Dios.