Servicio del Día del Señor del 10 de noviembre del 2024

Pastor Sung Hyun Kim

“¿He vivido egoístamente? ¿No he sido considerado con los demás? ¿Es esto tan importante? ¡Yo he hecho muchas cosas importantes!” Sobre esto, el Señor responde: “En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.” (Mt 25:45) “Señor, yo fui diligente en mi vida de fe. Tú lo sabes, ¿verdad?” “Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.” (Lc 13:27). “Pero, Señor, en tu nombre profeticé, eché fuera demonios y realicé muchos poderes.” “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” (Mt 7:23).

Hay quienes consideran la búsqueda de lo bueno como algo ajeno a la fe, e incluso como un obstáculo de la fe. Estas personas pueden pensar que son espirituales, pero sus vidas que van contra la voluntad de Dios producen malos frutos y no podrán escapar el juicio en el último día. Por supuesto, la condición para que el hombre pueda acercarse a Dios es la fe. Pero ¿cómo verifica Dios la verdad de esta fe? ¿Por la cantidad de conocimiento o la magnitud de los logros? Lo que Dios ver es un corazón bondadoso y las buenas obras que de él emana.

Cuando decimos que Dios nos salva del pecado, no nos referimos simplemente al hecho de que nos salva del castigo del pecado. Dios nos ha salvado del corazón maligno, de acciones injustas y de una vida basada en la mentira. Nos salva a nosotros que éramos oscuridad y nos hace hijos de la luz. El fruto de la luz que Dios desea en nosotros, el fruto del Espíritu Santo, consiste en “toda bondad, justicia y verdad (Ef 5:9). Estas tres virtudes son la evidencia espiritual más confiable de si realmente hemos sido salvos o no. Especialmente, ‘toda bondad’ es el fundamento más importante de las otras dos.

¿Por qué se enfatiza la bondad como ‘toda’ bondad? La virtud de la bondad se manifiesta de diversas formas y acciones, con distintos grados y alcances. Sin embargo, todas las formas y acciones que son apropiadas para un cristiano provienen de una misma base: un corazón bondadoso. Una persona cuyo corazón no es bondadoso, aunque se esfuerce en aparentar lo contrario, eventualmente revelará sus acciones malignas, motivadas por su avaricia y mentira, egoísmo y egocentrismo. En cambio, quien tiene un corazón bondadoso, aunque sea perjudicado, buscará cumplir son sus responsabilidades y deberes, valorará la gracia recibida y mantendrá la lealtad hasta el final. Por lo tanto, aunque es importante hacer lo correcto y hacer la obra que corresponden, es aún más importante tener un corazón bondadoso.

El Espíritu Santo trabaja principalmente transformando nuestro corazón hacia lo bueno. En el pasado éramos ambiciosos, duros y egoístas, pero ahora, en el Señor, no volvemos bondadosos porque la luz ha alumbrado en nuestra conciencia. Si ignoramos continuamente esa luz que expone nuestro mal, llegará un momento en que dejaremos de percibirla. Sin embargo, si aceptamos nuestras fallas y las corregimos cuando esa luz revela nuestra maldad, nuestro corazón se asemejará cada vez más a Dios, quien es bueno. Y cuanto más lo hagamos, más buenas obras surgirán de nosotros. Por lo tanto, abramos nuestro corazón para recibir la luz. Demos la bienvenida a la obra del Espíritu Santo para que produzca en nosotros el fruto de la bondad, un fruto de la luz.

20241110_La bondad como fruto de la luz
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