Servicio del Día del Señor del 10 de noviembre del 2024
La bondad como fruto de la luz
(Efesios 5:9)
Pastor Sung Hyun Kim
Hay quienes consideran la búsqueda de lo bueno como algo ajeno a la fe, e incluso como un obstáculo de la fe. Estas personas pueden pensar que son espirituales, pero sus vidas que van contra la voluntad de Dios producen malos frutos y no podrán escapar el juicio en el último día. Por supuesto, la condición para que el hombre pueda acercarse a Dios es la fe. Pero ¿cómo verifica Dios la verdad de esta fe? ¿Por la cantidad de conocimiento o la magnitud de los logros? Lo que Dios ver es un corazón bondadoso y las buenas obras que de él emana.
¿Por qué se enfatiza la bondad como ‘toda’ bondad? La virtud de la bondad se manifiesta de diversas formas y acciones, con distintos grados y alcances. Sin embargo, todas las formas y acciones que son apropiadas para un cristiano provienen de una misma base: un corazón bondadoso. Una persona cuyo corazón no es bondadoso, aunque se esfuerce en aparentar lo contrario, eventualmente revelará sus acciones malignas, motivadas por su avaricia y mentira, egoísmo y egocentrismo. En cambio, quien tiene un corazón bondadoso, aunque sea perjudicado, buscará cumplir son sus responsabilidades y deberes, valorará la gracia recibida y mantendrá la lealtad hasta el final. Por lo tanto, aunque es importante hacer lo correcto y hacer la obra que corresponden, es aún más importante tener un corazón bondadoso.
El Espíritu Santo trabaja principalmente transformando nuestro corazón hacia lo bueno. En el pasado éramos ambiciosos, duros y egoístas, pero ahora, en el Señor, no volvemos bondadosos porque la luz ha alumbrado en nuestra conciencia. Si ignoramos continuamente esa luz que expone nuestro mal, llegará un momento en que dejaremos de percibirla. Sin embargo, si aceptamos nuestras fallas y las corregimos cuando esa luz revela nuestra maldad, nuestro corazón se asemejará cada vez más a Dios, quien es bueno. Y cuanto más lo hagamos, más buenas obras surgirán de nosotros. Por lo tanto, abramos nuestro corazón para recibir la luz. Demos la bienvenida a la obra del Espíritu Santo para que produzca en nosotros el fruto de la bondad, un fruto de la luz.