2018.02.25 – Guarde el Día Santo
in SermonesGuarde el Día Santo
(Hebreos 10:19-25)
Dios
Es Padre.
Él
Creó todas las cosas por el Hijo. (Hebreos 1:2)
Además, para recibir la herencia (Hebreos 1:3)
El Hijo se hizo humilde y obediente, (Filipenses 2:6-8)
Vino a participar de la muerte (Hebreos 2:9)
Y recibir todo lo que era para Él.
Finalmente, por los espíritus que compró con su sangre
Entregó y selló con el Espíritu Santo. (2 Corintios 1:21)
El Espíritu Santo creó la Iglesia (Hechos 20:28)
Y lo nombró el cuerpo de Jesucristo (Efesios 1:23)
Y no desea que se disperse. (Juan 10:11)
El día santo es un gran mandamiento como el del fruto del bien y del mal.
El día de reposo y del Señor son ambos del Señor. (Marcos 2:27-28)
Así como quien no guarda el día de reposo no puede vivir
El día del Señor también es santo. (Isaías 58:13)
Quien guarda el día del Señor es santo.
En este día
Jesús resucitó
Y es el día en que vino el Espíritu Santo. (Hebreos 10:23-25)
◌ La Iglesia es el cuerpo del Señor.
El día santo es el momento de guardar el cuerpo del Señor.
El día santo y el día del Señor son lo mismo.
◌ Quien evita la congregación
Rasga al Señor Jesús
Y por lo tanto es traicionero.
◌ Guardar el día del Señor
Es la fe del regreso del Señor Jesús
Y el mandamiento del Señor Jesús.
※ Guardemos el día del Señor.
Tengamos la fe que vence al mundo.
Debe ser el día de gozo donde nos encontramos con el Señor Jesús.
Hebreos 10:19-25
19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,
20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,
21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.
24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;
25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
Resumen
La humildad y obedencia del Hijo delante de Dios
Dios es Padre. Aunque nosotros no conocíamos la verdad de que Dios es Padre, el Hijo de Dios manifestándose en esta tierra hace conocer esta verdad. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios. El Verbo que se hizo carne es Jesús. Dios testifica que Él es su hijo amada y Jesús llama a Dios, Padre.
Dios Padre y el Hijo son iguales como Dios. Sin embargo, el Hijo de Dios señala al Padre diciendo: “El Padre mayor que yo es.” (Juan 14:28). El Hijo de Dios se rebaja a sí mismo delante del Padre. Jesús señalándose a sí mismo dijo: “Yo soy manzo y humilde.” (Mateo 19:11). El Verbo en cualquier situación en la que tuviese no se enojo ni se quejo delante del Padre, sino que le obedece y se someté.
La obediencia es entender y aceptar la ordenanza por quien fue dada y cumplir con ello. La sumisión es cuando uno aunque no entienda la ordenanza del que le ordena, aún respetando su decisión cumple con esa ordenanza. Dios siendo aquel que es invisible, y el hecho de que nosotros hemos podido conocer a Dios, no es solo por la obediencia del Hijo de Dios al mandamiento del Padre sino es porque manifiesta completamente la voluntad de Dios al someterse hasta la muerte.
De esta forma, el conocer la obra que fue realizada entre el Padre Dios y el Hijo es el evangelio. Dios para cumplir su voluntad enviá al Hijo en al mundo, el Hijo al venir al mundo no hace su propia voluntad sino que solo hace la voluntad del Padre. Nuestra fe es conocer esta obra que fue realizada entre el Padre y el Hijo, y de la misma forma como el Hijo obro delante del Padre nosotros también obedeceremos y nos someteremos delante de Dios.
Producir el primer fruto de la fe hasta el final
Los cristianos conocen cuan seria fue el resultado de Adán al comer del árbol del bien y el mal. La acción en sí de comer del fruto puede no ser un gran problema. Sin embargo, como Dios ya había dicho: “En el día que comieres de ello, ciertamente morirás.”, Adán quien comió de ello no tiene camino de evitar la muerte. Así tan temerosa es el desobedecer el mandamiento de Dios. Entonces, ¿será que esta bien el no prestar atención a los otros mandamientos que Dios nos ha dado?
Cuando las personas comienzan sus vidas de fe, ¿cual es la gracia que experimentan por primera vez teniendo poco conocimiento sobre Dios? Es cumplir con el Día del Señor. Cualquiera que tiene fe en el Día del Señor va a la iglesia y rinde el culto. El culto es el primer fruto que uno obtiene luego de que uno recibe la salvación de Cristo. En Apocalipsis 14:4 dice sobre los ciento cuarenta y cuatro mil Israelitas que en los postreros días estarán junto con el Cordero cantando un cántico nuevo diciendo: “Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero.” Si queremos participar en la primera resurrección en los postreros días nunca, en cualquier situación, debe ser negligente al guardar el Día del Señor, que es el primer fruto de nuestra fe.
El guardar con el Día Santo es para propia edificación
El Día Santo viene a ser del séptimo día en el cual Dios descanso luego de crear toda la creación en los seis días. Génesis 2:2 dice: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.” Dios al tener el pacto con Israel en el Monte de Sinaí, ordeno que recordarán ese día y guardarán el día de reposo. Esto es un tipo de parábola. Jesús según la voluntad del Padre vino a esta tierra y cumple con toda la obra que el Padre le ordena, y en la cruz luego de exclamar: “Consumado es.”, expira (Juan 19:30). Y descanso de Su obra por dos días. Ese día era el día de reposo.
El primer día luego del día de reposo, Jesús resucito. En la carne que resucito era el cuerpo espiritual. Luego Él subió al cielo, y en ese lugar enviá al Espíritu Santo y edifica Su cuerpo, la cual es la iglesia. La iglesia es el cuerpo de Jesús. No es un cuerpo que murió y está en el tumba, sino ¡es el cuerpo que resucito! Cada uno de nosotros somo miembros que completan el cuerpo del Señor. Cuando nosotros nos reunimos en el Día del Señor estamos completando el cuerpo del Señor.
Jesús dijo: “El Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.” (Marcos 2:28). Jesús no solo es el dueño del Día del Señor sino también es el dueño del día de reposo. Luego de crear toda la creación por seis días y descansa en el séptimo es Jesús, también el que da el mandamiento de no hacer nada en ese día es Jesús. Aunque allá dicho: “El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo.” (Marcos 2:27). Muchas personas piensan que tienen que sacrificarse grandemente por el Día Santo. Sin embargo, tenemos que conocer claramente que el guardar el Día Santo es para nuestro espíritu, y no es que nosotros nos estemos sacrificando por ello.
El corazón que anhele el Día Santo
El primer día luego del día de reposo es el día en que Jesús resucita, y también es el día en que el Espíritu Santo viene. El hecho de que el Espíritu Santo haya morado en nosotros es la certeza de que Jesús esta dentro de nosotros. Por lo tanto, cualquier cosa que es dado por el Espíritu Santo tenemos que recibirlo abiertamente. Algunas personas que aún hablando en lenguas del Espíritu Santo no mucho después lo menosprecia y no las usan Esta acción es maltratar a su propio espíritu. Nosotros tenemos que dar la bienvenida a cualquier cosa que viene del Espíritu Santo. El Espíritu Santo no solo trata en darnos las lenguas sino que nos da todo tipo de dones. Las personas que lo desean anhelarán el Día del Señor con todo fervor.
El Día Santo es la primera experiencia que obtenemos al seguir el llamado del Espíritu Santo luego de que escuchar la noticia de la resurección del Señor. Pero la Biblia nos advierte que cualquiera personas que han participado en el Espíritu Santo y caen no podrá ser renovado ni tendrá forma para volver a arrepentirse (Hebreos 6:4-6). El guardar con el Día del Señor es la mejor experiencia que tenemos al participar en el Espíritu Santo. En el caso de que aun haya conocido el valor de esta experiencia y lo toma a la ligera, entonces ¿cual sería el resultado de esto? Cuando una persona que guardaba el Día del Señor santamente por alguna razón peca en no guardarla, al principio sentirá ansiedad. Pero si esto se repite una y otra vez la ansiedad desaparecerá y en cambio tratará en justificar sus acciones.
La razón por la cual Dios hace que cumplamos con el Día Santo es para darnos la vida, no para quitárnosla. El Día Santo es como la vida. Por lo tanto, tenemos que guardar el Día del Señor santamente sin importar la situación o la condición en la que estemos. No debemos negar la gracia que Dios nos ha dado sino tenemos que participar en el Espíritu Santo y beneficiar a nuestro espíritu. De la misma forma como la mujer que se ha comprometido espera al novio, tenemos que esperar el Día del Señor con todo fervor.
Por lo tanto, el maestro Pablo enfatiza, que cada primer día de cada semana cuando vengamos a la iglesia traigamos nuestras ofrendas, al traerla no la entreguemos en tacañez ni obligados sino que sea preparada de ante mano (1 Corintios 16:1-2, 2 Corintios 9:5-7). La razón por la cual el maestro Pablo enfatiza en ello, es porque Jesús dijo, donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (Mateo 6:21). Cualquiera que prepara sus ofrendas para entregar el Día del Señor es como si en su corazón está lleno del deseo: “Voy a ir delante de Dios para recibir la gracia de Dios. Deseo recibir la palabra. Deseo recibir los dones del Espíritu Santo.”.
No paren de reunirse, sino anímense unos a otros
La muerte de Jesús en la cruz destruye la pared que bloquea la relación entre Dios y el hombre. En el Antiguo Testamento en el templo de Dios existía el lugar santo y el lugar santísimo. El lugar santo era el lugar donde los sacerdotes entraban todos los días para servir a Dios, y el lugar santísimo como era el lugar donde moraba el nombre de Dios, solamente el sumo sacerdote podía entrar una vez al año. El lugar santo y el lugar santísimo eran divididos por medio del velo, pero cuando Jesús expiro ese velo fue rasgado en dos de arriba hacia abajo (Marcos 15:38). Esto nos dice que el pecado que bloqueaba la relación entre Dios y el hombre fue destruida. En otras palabras, Jesús al morir en la cruz el rol de la ley que juzgaba al hombre es completada.
Hebreos 10:19-20 dice: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne.” Las personas que dependen de la sangre de Jesús tienen la esperanza. La esperanza esta en que en los postreros días resucitaremos e iremos al cielo donde Jesús ha ido. Lo importante está en guardar esa esperanza hasta ese día en que Jesús vuelva de nuevo, pero para esto los santos tienen que reunirse continuamente para recordar y animarse uno al otro. Sobre esto los versículos 23-25 dicen: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tiene por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” La persona que espera la segunda venida del Señor, no dejara en congregarse sino tratará en reunirse una otra vez.
Reciba continuamente la savia de la vid
Jesús dijo: “Yo soy la vid, y vosotros los pámpanos.” (Juan 15:5). Los pámpanos pueden tener el fruto al ser conectados a la vid. Los pámpanos que aunque estén conectados no reciben la savia de la vid, entonces se secará y en conclusión no tendrá más opción que romperse. Nosotros tenemos que ser pámpanos que continuamente reciba la savia de la vid. Para eso el guardar el Día del Señor tiene que ser fundamental. El cumplir con el Día del Señor no es el sacrificarse uno mismo, sino es recibir todo tipo de cosas buenas de Dios. El recibir los dones del Espíritu Santo, es recibir el amor de Dios, es recibir la vida.
Hebreos 10:26-27 dice: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.” Las personas que conocen la verdad y vuelven a su vida pasada no podrán recibir la redención nuevamente. El lugar donde ellos tiene que entrar en el fuego de azufre. Para no terminar con este final miserable, el cumplir con el Día del Señor tiene que ser fundamental. No debemos convertirnos en personas que caigan luego de participar en el Espíritu Santo. La persona que participa en el Espíritu Santo tiene que recibir Su guía en toda su vida.
Carta de Simuón
Pronto
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Traduccion de la sintesis: Da Un Chung
Traducción del resumen: Eun Sol Jang
Interpretación: Eun Sol Jang