2016.05.01- La sangre y la carne de Jesús
in SermonesLa sangre y la carne de Jesús
(Juan 6:41-59)
Dios
Está vivo.
Él,
Para darle vida eterna al mundo,
Envió a su Hijo unigénito al mundo. (Juan 3:16)
Jesús es la vida eterna que proviene del Cielo. (Juan 6:48)
Aunque la carne tiene un límite de vida.
El espíritu tiene vida eterna. (Juan 6:63)
Nuestra fe
Es recibir la vida eterna
Al ver a Dios y tomar de su carne y beber su sangre. (Juan 6:53-55)
Quien ha visto a Jesús ha visto al Padre,
Quien ha visto al Padre tiene su vida, (Juan 14:10)
Y quien tiene su poder, es testigo suyo. (Juan 14:17)
Aunque la fe religión y el misticismo
No pueden revelar la fe,
Los que creen en Dios
Pueden manifestar lo que creen. (Marcos 16:20)
Nuestra fe es real,
Tiene el poder del Espíritu Santo, la Palabra y la sangre.
Somos su templo. (1 Corintios 3:16-17)
○ Debemos encontrarnos con Dios y honrarle.
Jesús es la imagen del Padre,
El mandamiento de Dios.
○ Quien cree en Jesús realiza sus obras
Y obras mayores que Él hará,
Será testigo suyo hasta los confines de la tierra.
○ La Cena del Señor es real, es recordar la historia.
La sangre de Jesús obra desde la cruz hasta ahora
Y por todos los siglos.
※ No nos desilusionemos por no ver a Dios.
Debemos honrar a Jesús al encontrarnos con Él,
Los hombres de Jesús habitan en Él
Juan 6:41-59
41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.
42 Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?
43 Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros.
44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.
46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre.
47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de vida.
49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.
50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.
51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.
57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.
58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.
59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
Resumen
Dios, aquel que nos quiere dar la vida
Dios está vivo. Por lo tanto, aún ahora nos esta dando la gracia y la bendición, y nos otorga la gloria y el poder. Como Dios amó al mundo, envió a Jesucristo, y por medio de esto, Dios nos da su característica, la vida eterna. Muchas personas que dicen depender de Dios tienen más interés en tener una vida de abundancia en esta tierra. Sin embargo, la más grande entre las cosas que Dios nos otorga por medio de Jesucristo es la vida eterna.
Cualquier humano o bestia, toda carne, nacen con un lapso de vida natural. Hoy en día, siguiendo los avances de la medicina las personas tienden a vivir mucho más tiempo que el promedio que se consideraba en el pasado, no importa que tan buenos alimentos coman las personas o si hacen mucho ejercicio, la carne no puede ser libre de los límites del lapso de vida natural de ciento veinte años. El hecho de que nosotros ahora poseemos la vida eterna, es porque Dios derramó el espíritu en el hombre.
El hecho de que Jesús haya venido a esta tierra es para hacer la voluntad del Padre. La voluntad del Padre es que todo aquel que cree en el Hijo tenga vida eterna (Juan 6:38-40). Jesús dijo, “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10). Las personas que pertenecen a la carne no pueden descubrir la verdad de que Jesús es el Hijo de Dios. De la misma manera, las personas que pertenecen a la carne no pueden ver la vida eterna ni la pueden recibir. Sin embargo, cualquier cristiano tiene la esperanza de la vida eterna.
Hay algunos que dicen: “No se bien cuál es la voluntad de Dios para mí.” Hay muchos casos en los cuales este tipo de personas tienen un mal entendido sobre la voluntad de Dios. Conocer la llamada “voluntad de Dios” es conocer la voluntad (propósito) de Dios como viendo una pintura panorámicamente, en otras palabras, conocerla completamente. Para entender la voluntad de Dios debemos entender completamente la obra que Dios esta haciendo. La voluntad de Dios es que nosotros dentro de Jesucristo obtengamos la vida eterna.
La sangre y la carne de Jesús
Al tomar la santa cena, beber el vino no es beber la sangre de Jesús literalmente. El hecho de que las personas cada año celebren el cumpleaños es para recordar el día en que nacieron. También al celebrar el cumpleaños es celebrado el que está vivo, no el que está muerto. En otras palabras, el hecho de celebrar el cumpleaños es para recordar su nacimiento, y también para recordar su existencia. Asimismo, la santa cena es recordar la realidad de que el Hijo de Dios, revestido de la carne, vino a esta tierra y murió derramando su sangre, también es confesar la verdad de que nosotros por medio de esto recibimos la redención y somos libres del pecado.
Originalmente éramos pecadores que estaban bajo el dominio del diablo. Estos eramos nosotros, por medio de la sangre de Jesús recibimos el perdón de los pecados y obtuvimos la identidad de justos. La diferencia entre las personas que creen en Jesús y las personas que no creen está en que son o no santificados por medio de la sangre de Jesús. Aunque no haya una gran diferencia en el exterior, ante los ojos de Dios estos dos son claramente diferentes.
Jesús dijo, “De cierto, de cierto os dijo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.” (Juan 6:53). Por medio de la sangre del Señor somos libres de la muerte eterna. Ahora, para nosotros lo importante es obtener la vida eterna. Para obtener la vida eterna debemos comer de la carne de Jesús (Juan 6:54). Jesús es el ser que era el Verbo y que se hizo carne (Juan 1:1). Su palabra es vida eterna (Juan 12:50). El hecho de que Dios haya enviado a Jesús es lo mismo como si fuera un mandamiento, “Obtenga la vida eterna.” El comer la carne de Jesús es obedecer su palabra.
En 2 Corintios 13:5 dice, “Examinaos a vosotros si estás en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” No hay necesidad de preguntar a las personas si uno es una persona que posee la vida eterna. Porque uno mismo es el que conoce bien si es una persona que tiene una relación con la palabra de Jesús o no.
La expansión de la buena nueva y el poder
Al beber la sangre de Jesús somos personas que han recibido el perdón de los pecados, al comer la carne de Jesús somos personas que han obtenido la vida eterna. El Espíritu Santo que mora en nosotros testifica sobre esta verdad (2 Corintios 1:22). Aunque el Espíritu Santo no puede ser visto con los ojos, cuando el Espíritu Santo mora en el creyente se manifestará a sí mismo en él (1 Corintios 12:7). Las personas que han recibido el Espíritu Santo comienzan a hablar en lenguas. Cuando uno planta una semilla en la tierra, primero retoñará, luego crecerá y se convertirá en un tallo, luego florecerá y tendrá su fruto; de la misma manera, el comienzo de la manifestación del Espíritu Santo son las lenguas pero no debe parar, sino que tiene que seguir progresando. Pero es desafortunada la realidad de que la mayoría de las personas que han recibido el Espíritu Santo se satisfagan con el hablar en lenguas y ya no pueden seguir más adelante.
Jesús cuando envió a los discípulos a evangelizar les dijo, “Cuando vayan a predicar sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios.” (Mateo 10:7-8). También antes de ascender al cielo Jesús dijo: “En los que creen en mi tendrán estas señales, echaran fuera los demonios en mi nombre, sanarán a los enfermos al poner las manos.” (Marcos 16:17). Si el Espíritu Santo está en nosotros, esto que Jesús nos ha prometido, hoy en día también tiene que manifestarse en nosotros.
Las personas que creen en Jesús son templo de Dios, donde el Espíritu Santo de Dios mora. En la Biblia dice, “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo de Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.” (2 Corintios 6:14-16), también nos dice: “Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.” (1 Corintios 3:17). Ciertamente aceptamos la verdad de que nosotros mismos somos templo santo, y tenemos que hacer que el Espíritu Santo que está dentro de nosotros obre como desee.
La evidencia del Espíritu Santo
El significado de la santa cena es confesar que uno mismo es el templo de Dios. En 1 Corintios 11:26-27 dice, “Así, pues todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.” El beber la sangre de Jesús y comer su carne tiene que ser llevado a otras personas. Para ayudarnos con esto nos envía el Espíritu Santo, al tomarnos como templo y al morar obra dentro de nosotros.
Cualquiera que es Cristiano puede usar el poder. Si no manifiesta el poder, esto es porque no esta obedeciendo la palabra de Jesús. Dios se complace en los seres que conocen su identidad de ser hechos templo, y el Espíritu Santo obra por medio de esas personas. Una persona que ha recibido el Espíritu Santo no debe seguir más entre Dios y el mundo. Elías al reunir a los profetas de Baal en el Monte Carmelo clamó hacia el pueblo de Israel: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él.” (1 Reyes 18:21). A pesar de esto, las personas que estuvieron de parte de Baal fueron todas destruidas.
Cuando uno ama a alguien profundamente, no titubea con las acciones que otras personas no pueden entender. Somos personas que amamos a Jesús. De pronto en los ojos de los que no creen nuestro esfuerzo de testificar sobre Jesús pueda verse algo extraño. Sin embargo, Dios se complacerá de nosotros quienes actuamos de esta forma, y el Espíritu Santo nos dará abundancia en dones y poder, y trabajara con nosotros.
Pastor Lee Ki Taek
Centro de Misión Sungrak
Carta de Simuón
Hay siervos que fueron formados por Dios mismo, mientras otros han sido creados artificialmente por los hombres. Los últimos no tienen poder espiritual, son únicamente personas religiosas que aparentan ser sacerdotes píos; por otra parte, los siervos que fueron formados por Dios, son reconocidos como buenos por Él, por su fe y obediencia, y su fidelidad y diligencia en las tareas.
Soy el tipo de persona que ha sido formado por Dios para ser siervo del Señor. Aunque no he tenido una buena educación ni tengo de qué gloriarme, fui puesto para realizar la obra del Señor como resultado de mi obediencia y seguimiento al Espíritu Santo que Dios me ha entregado. Poder espiritual ha sido manifestado a través de mi cuerpo y mi corazón ha sido lleno del amor por el Reino del Señor. El pensamiento de: “¿Cómo puedo amar más al Señor?” llena mi mente, en vez de preocuparme sobre cómo vivir y comer. Incluso cuando era un laico, vivía de la misma forma, pensando: “¿Cómo puedo ganar más dinero para construir una iglesia?” Luego, Dios hizo que mi alma fuera llena de sus bendiciones y sus obras, el evangelismo diario y el servicio eclesiástico. Vivo con la inspiración espiritual que Dios me ha otorgado, el trabajo y oro dependiendo de la inspiración. Soy grandemente bendecido porque conozco a mi Señor, lo cual me da valentía.
Ahora soy viejo y mi cuerpo en su debilidad quiere hacerse perezoso. Pero debo realizar su obra hasta que el Señor me llame. No pararé de evangelizar, sanar a los enfermos y escribir. Me analizo a mi mismo a través de la literatura Wolsan y considero qué debo hacer para el futuro. No sé cuánto tiempo pueda vivir ni cuánto más podré realizar su obra de ahora en adelante, pero debo continuar mientras el Señor use mi vida.
Muchas flores florecieron esta primavera, pero éstas se marchitarán y caerán a la tierra en algunos días. ¿Cuántas veces podré ver florecer las flores? No me arrepiento de haber envejecido, pero me preocupa que no realizar su obra tomando como excusa mi edad. Debo realizar su obra. Este es mi llamado.
Espero ansiosamente el festival de literatura Wolsan en junio de este año. Me siento como un niño impaciente, esperando por el festival. Tal vez habrá alguien que pregunte qué es la literatura, pero como el ser humano tiene razón, es un ser especial. Por lo tanto, los hombres son filósofos. Es correcto que digan que he vivido toda mi vida aferrado de la mano del Señor. Por esta razón el ámbito de mis deseos ha sido aplastado. A través de esta actividad, anhelo realizar la obra que Dios me ha dado en cuerpo y alma. ¿Cómo se puede armonizar el dialogar y escuchar del alma con los sentimiento de la carne? Estoy ansioso por complacer a mi Señor, no solo con mi alma, sino también con mi cuerpo.
Columna de Adoración del Día del Señor
Pastor Ki-Dong Kim
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación: Ministro Da Un Chung y Eun Sol Jang
Traducción: Ministro Da Un Chung, Eun Sol Jang y Richard Olivieri