2016.02.07 – Reciba el poder
in SermonesReciba el poder
(Hechos 1:6-11)
Dios
Está vivo.
Él
Constituyó el universo por su Palabra; (Hebreos 11:3)
Por esta razón, Él es el Dios único. (Juan 17:3)
Dios prometió
Otorgarnos la vida eterna, (Juan 3:16)
Y recompensar
A aquellos que son obedientes a su voluntad. (Hechos 5:32)
EL Señor Jesús
Desea que recibamos poder. (Hechos 1:8)
Para darnos poder
Envió el Espíritu Santo a nuestros corazones,
Y antes de esto nos mandó a recibir el perdón de los pecados. (Hechos 2:38)
Únicamente de esta manera
Podemos convertirnos en testigos de Jesús.
Para prosperar su voluntad
Derramó su sangre en la cruz,
Esta es la Verdad. (Juan 14:6)
Si somos personas que aman a Dios
Debemos dar testimonio de Jesús y amar al prójimo.
○ Crea en la Palabra de Dios
Jesús es el Verbo y la Verdad.
La Biblia es su Palabra.
○ Jesucristo es el mismo
Ayer, hoy, y por todos los siglos.
Sólo su Palabra es válida.
○ Sin falta, debemos recibir poder.
Esta es la petición vehemente de Jesús,
Aquel que murió en la cruz y resucitó.
※ Cada uno de nosotros
Debe ser testigo de Jesús
Esta debe ser nuestra única obra en el mundo.
Hechos 1:6-11
6 Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?
7 Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;
8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
9 Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.
10 Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas,
11 los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.
Resumen
Dios está vivo y está obrando
Dios es un ser viviente. Por lo tanto, Él aún ahora sigue obrando. Si fuéramos personas que creen en la verdad de que Dios está vivo, no solo aceptaríamos el hecho de que está obrando sino que deberíamos esforzarnos con toda nuestras fuerzas para que Él trabaje sin descansar (Isaías 62:6-7). La vida de fe no es el hecho de tener una personalidad sobresaliente, como algunas piensan, la cual para obtenerla tienen una vida disciplinada, sino es hacer trabajar a Dios.
Aun con el paso del tiempo la obra de Dios no cambia y continúa. Hace cuatro mil años Dios estableció un pacto con Abraham. Israel, creyendo en esa promesa, esperó la venida del Mesías. Después de dos mil años de que Abraham y Dios tuvieran el pacto, Dios envió a Jesucristo al mundo. Jesucristo ya vino al mundo y regresó al Cielo. Aunque haya pasado mucho tiempo, Dios como siempre, estaba prosiguiendo con su obra. Dios todavía en este momento está obrando con el Espíritu Santo. Todo los dones y poderes que nosotros estamos revestidos y también el hecho de que ahora nosotros tengamos una fe especial es todo porque el Espíritu Santo esta obrando dentro de nosotros.
Antes de que ese día venga, debemos ser testigos por el Espíritu Santo
Cuando el Señor vuelva el mundo llegará a su fin. El hecho de que ese día no ha llegado aun es porque Dios está dando la oportunidad a que muchas más personas puedan recibir la unción del Espíritu Santo. Los detalles de cuando vendrá ese día nadie lo sabe aparte de Dios Padre.
El Señor nos dice cómo prepararnos con respecto a ese día de esta manera, “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones. Reciba el Espíritu Sano. Y así serán mis testigos” (Hechos 1:7-8). Los discípulos quienes creyeron en la promesa del Señor oraron con todo denuedo en el aposento alto de Marcos, y al final recibieron el Espíritu Santo. Y aun ahora el Espíritu Santo sigue morando en los creyentes. Desafortunadamente, hoy en día muchos de los cristianos piensan que recibir el Espíritu Santo es algo del pasado. Dios aún ahora sigue enviando el Espíritu Santo y por medio de los que le creen continúa haciendo su obra.
Jesús dijo, “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los último de la tierra.” (Hechos 1:8). Como es natural que un árbol crece y tiene frutos, cuando una persona recibe el Espíritu Santo tiene que ser testigo, y para ser testigo tiene que tener el poder.
Tenemos que amar al prójimo con el amor maternal
Después de que Jesús prometió, “Prepararé las moradas y vendré otra vez, y os tomaré”, dijo, “Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (Juan 14:2-17). Como esta palabra el Espíritu Santo mora en nosotros. Ahora nosotros no debemos dudar de la promesa del Señor, sino que debemos guardar el nuevo mandamiento que el Señor nos da de amar a Dios y al prójimo.
Después de que el Señor ascendió los discipulos al mirar al Cielo, un ángel se les manifestó y dijo, “¿por qué estáis mirando al cielo?”. Los que creen en la resurrección y ascensión del Señor lo que tiene que hacer no es mirar al cielo vagamente, sino que en el tiempo que estén en esta tierra deben ser testigos de Jesús con el amor hacia Dios. Aunque el último día se está acercando, las personas como siempre están poniendo sus esperanzas en esta tierra (Lucas 17:27-28). Si son personas que han puesto la esperanza en el Cielo se esfozarían para guardar el mandamiento del Señor.
Si amamos a Dios y amamos al prójimo, debemos hacerlo como nos amamos a nosotros mismos (Mateo 22:37-39). La palabra amar como a sí mismo está hablando del amor maternal. Una madre ama a su hijo como si se amará así misma. Jesús dijo, “¿Quién es mi madre? Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ésa es mi madre.” (Mateo 12:48-50). Cualquiera que es cristiano debe amar a Dios con el amor maternal.
La madre de Jesús después 10 meses que tuvo al Hijo de Dios en su vientre nació, lo alimentó y le enseñó hasta que fue adulto, y lo siguió hasta el lugar donde murió en la cruz. Ella con el amor de la madre al hijo, amó a Dios. El culto debe estar lleno del amor hacia Dios. Jesús dijo, “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Juan 4:24). También la ofrenda se debe hacer con el amor hacia Dios. De la misma manera, al servir. En la acción de servir a Dios ciertamente se debe tener el amor maternal.
Cuando amamos a nuestro prójimo también tenemos que amarlo como si me amara a mi misma. Si amamos al prójimo como amamos a nuestros hijos entonces el fruto de la evangelización naturalmente serán hechas. En Ezequiel 33:6 nos dice, “Pero si el atalaya viere venir la espada y no tocare la trompeta, y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, hiriere de él a alguno, éste fue tomado por causa de su pecado, pero demandaré su sangre de mano del atalaya.” La vida de testigo no viene de un sentido de deber, sino que es una conclusión que sale naturalmente de las personas que aman a Dios.
En Apocalipsis 22:20 dice, “Amén; sí, ven Señor Jesús.” Si resumimos los temas de la Biblia simplemente podríamos decir, “Jesús vino. En el futuro, Él quien subió en el Cielo, vendrá de nuevo y me llevará al cielo. Amén; sí, ven Señor Jesús.” Esta es solo una confesión que las personas que aman al Señor pueden hacer. Nosotros como el Espíritu Santo mora en nosotros, tenemos que recibir el poder de servir a Dios y el poder de amar al nuestro prójimo. Debemos guardar el nuevo mandamiento con el poder que Dios nos da.
Carta de Simuón
Es mi mayor anhelo continuar escribiendo hasta el final de mi vida, que lentamente esta llegando a cierre. Como no tuve muchas oportunidades de recibir una educación correcta, ser capaz de leer y escribir fue para mi una gran bendición. Por ende, me esmero con celo por leer, aprender y escribir, y fui capaz de escribir un gran número de libros lo que de seguro para la mayoría no es fácil de lograr. Haciendo esto, mi esperanza es que mi labor se haga sentir significativamente una vez me marche de este mundo, en vez de en el presente. Tal vez mi vida terminará antes de que logre todo, aun así continuaré obrando a través de mis escritos.
Antes de tomar un lapicero, oro con vehemencia por varios meses, e incluso todo un año, para tener la inspiración, sabiduría y conocimiento para escribir. Nunca me apresuro descuidadamente para escribir algo, sino solo después que recibo la contestación de Dios, tomo un lápiz y comienzo a escribir. Luego, a mano, cuidadosamente escribo cada letra, la cual es atesorara en mi alma y mi corazón, no almacenada dentro de una máquina. Aunque otros tal vez no me entiendan o crean, esta es mi verdad; he escrito desde la inspiración de Dios.
Por lo tanto, no puede ser negado que el Espíritu Santo obra junto a mis escritos, tocando a los lectores y manifestando Sus poderes y señales. Para las personas que tienen mis libros, ellos o incluso sus hijos puedan obtener la oportunidad de leerlos aunque sea luego, si no es posible en el momento, y tengo la certeza que grandes prodigios de Dios los acompañaran.
Los lectores se beneficiarán de leer mis libros si comienzan por leer los que ya están escritos. También, firmemente no recomiendo la introducción de nuevos libros para aquellos que son nuevos a nuestra iglesia o no están familiarizados con estos libros. Así como una persona planta un semillero para que el árbol desarrolle sus raíces, poda las ramas para que el árbol florezca y finalmente de frutos, quiero recomendar a todos que lean mis libros en series, comenzando con el primero que escribí, y estoy seguro que establecerá un balance en conocimiento y dará inspiración al lector. Entonces, cualquiera podrá conocer que esta palabra es el agua viva que procede de la peña. La peña es Jesucristo. Mis libros no son escritos por Jesús, pero imparten el mensaje de Jesús.
Como siempre escribo una introducción antes de entrar en el contenido del libro, me gustaría exhortar a los lectores a que siempre primero examinen en detalle la introducción. Una vez digieran la introducción, los guiará a que tengan un entendimiento comprensivo del contenido del libro. La clave no es terminar el libro a la ligera; se tiene que recibir el mensaje, porque entonces después el contenido del libro escrito mediante el poder e inspiración de Dios se convertirá en una bendición para los lectores. La palabra de Dios es una bendición, Su regalo.
Créditos
Centro Misionero de Traducción Simuón
Resumen: Pastor Ki Taek Lee
Centro Misionero de Traducción Simuón. Departamento de Castellano
Interpretación: Ministro Da Un Chung y Eun Sol Jang
Traducción: Ministro Da Un Chung, Eun Sol Jang y Richard Olivieri